vía tinkerlab
Para jugar a cocinar no hay nada como poder manchar y tener a mano agua, tierra, hojas, ramas, piedras, flores, bellotas... El verano permite mojarse y embarrarse a placer sin excesivos resfriados ni toses. Con unos cuantos cacharros viejos, algún barreño y palos para remover, cualquier superficie plana sirve de cocina. En el primer álbum aparecen niñas y niños concentrándose en su actividad culinaria: experimentando con texturas y colores, ideando menús, trabajando en equipo, midiendo cantidades, creando formas y combinaciones, mezclando materiales o inventando brebajes, pócimas y elixires con misteriosas propiedades o fascinantes superpoderes que permitan la narración de nuevas aventuras. En fin, realizando algo tan serio, exigente e importante como JUGAR:
vía pinterest
Y si quieres sorprender con una inesperada cocina, no hace falta que sea muy elaborada. Puedes usar una tabla, un mueble viejo, un palet, unos troncos, unas cajas, unos ladrillos... Cualquier pequeño rincón en el exterior con un mínimo de equipamiento y mucho cariño va a resultar un auténtico regalo veraniego que disfrutarán niñas y niños investigando las posibilidades que ofrece su imaginación en un laboratorio así:
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