“Mi trabajo comenzó cuando hice algunos dibujos
para unas esculturas. Mirando la belleza de esos esquemáticos contornos me
pareció que estaban completos en sí mismos, así que decidí no
llenarlos sino mantenerlos livianos y aireados para que lucieran como si
en cualquier momento pudieran empezar a bailar sobre el papel”
“Cuando era estudiante tenía un estudio
muy pequeño y elegí el alambre porque no ocupaba mucho espacio”
Se autodefine como diseñadora y
escultora. Esta artista francesa con casa y
atelier en las afueras de París (que comparte con el también diseñador
francés Emmanuel Fenasse), adora el hilo de alambre por su ligereza y fluidez. Hija
de arquitecto, con formación autodidacta, trabaja 8 horas diarias y completar
una pieza puede llevarle un mes de trabajo. No puede usar guantes porque
necesita sentir el tacto del material; su creatividad la alimenta con viajes,
lecturas y exposiciones de arte. Cuando le encargan una pieza, le gusta
trabajar intercambiando ideas, tomando cada proyecto como una nueva aventura.
Algunas de las primeras peticiones fueron un conjunto de animales del ártico
para el escaparate navideño de la boutique Victoire y una serie de caballos
para Hermès, seguidas por otras para varias firmas prestigiosas como Dior,
Cartier, Baccarat, Vuitton, Pierre Bergé
y Roger Vivier, así como el local parisino Colette.
Las obras más reconocibles de Marie Christophe son sus famosas lámparas
de araña de corte clásico con aplicaciones de cristal, que más
tarde derivarían hacia otras lámparas con pie más contemporáneas (ambos tipos aparecen
en uno de los enlaces de diapositivas, aunque faltan las de animales, menos
atractivas para mí). No son precisamente estas lámparas clásicas lo que más me
gusta de su trabajo, porque a mí el mundo de la moda y las boutiques me da un
poco de pereza (supongo que Marie Christophe ha debido tener algún contacto
previo o ha debido causar una gran impresión en ese medio para conseguir tan
bien remunerados encargos). Sus animales son auténticas estructuras en 3D
livianas y contundentes a la vez; sin embargo, lo que más me fascina son los
objetos cotidianos: las tijeras, los guantes, el movimiento de la ropa colgada
en perchas y de las botas... Son como un boceto a tinta en el aire ante el que
la artista se pregunta: